Cada vez estamos más cerca del núcleo de la Tierra. La industria extractivista exprime la rentabilidad de los recursos, erosionando el paisaje de forma irreversible en un proceso de violencia lenta. Paisajes productivos que sostienen nuestra realidad, pero que permanecen invisibilizados, fuera de nuestra vida cotidiana.

En el valle del río Vinalopó, al sur de Valencia, más de un millón de toneladas de mármol son extraídas anualmente para exportarse a países de Asia, América y África. En este proceso, cantidades ingentes de bloques de mármol son violentamente serrados con radiales de diamante que pulverizan la piedra. El lodo, polvo de mármol mezclado con agua inyectada para refrigerar las radiales, aflora como una nueva materialidad que proviene del subsuelo. Un estrato descompuesto en partículas, viscoso y que lo mancha todo.

Spa Profundo traslada este paisaje operativo al centro de la ciudad. Un dispositivo en forma de piscina de lodo que busca crear una tarde de encuentro relacional y corporal para explorar la dimensión viscosa de la industria extractivista. Los cuerpos se desdibujan en el residuo, y con ellos, en el territorio. Lo tóxico y lo apestoso forma parte del hedonismo colectivo que atiende a nuevas vibraciones materiales, olores, sensaciones y texturas que nos permiten gozar atravesando el residuo. Un protocolo de contaminación y descontaminación que permite sentir el subsuelo a través de nuestra piel.

¿Podemos fusionar nuestros cuerpos con el territorio? ¿Iremos de vacaciones a playas tóxicas?

spa profundo

Spa Profundo es un encuentro de disfrute en un paisaje de excepción. El material excedente de la extracción de mármol es reubicado para crear una nueva relación entre el cuerpo y el paisaje. ¿Cómo nos transformamos si nos sumergidos en el lodo? ¿Qué hacemos con millones de toneladas de este material?

Cada vez estamos más cerca del núcleo de la Tierra. La industria extractivista exprime la rentabilidad de los recursos, erosionando el paisaje de forma irreversible en un proceso de violencia lenta. Paisajes productivos que sostienen nuestra realidad, pero que permanecen invisibilizados, fuera de nuestra vida cotidiana.

En el valle del río Vinalopó, al sur de Valencia, más de un millón de toneladas de mármol son extraídas anualmente para exportarse a países de Asia, América y África. En este proceso, cantidades ingentes de bloques de mármol son violentamente serrados con radiales de diamante que pulverizan la piedra. El lodo, polvo de mármol mezclado con agua inyectada para refrigerar las radiales, aflora como una nueva materialidad que proviene del subsuelo. Un estrato descompuesto en partículas, viscoso y que lo mancha todo.

Spa Profundo traslada este paisaje operativo al centro de la ciudad. Un dispositivo en forma de piscina de lodo que busca crear una tarde de encuentro relacional y corporal para explorar la dimensión viscosa de la industria extractivista. Los cuerpos se desdibujan en el residuo, y con ellos, en el territorio. Lo tóxico y lo apestoso forma parte del hedonismo colectivo que atiende a nuevas vibraciones materiales, olores, sensaciones y texturas que nos permiten gozar atravesando el residuo. Un protocolo de contaminación y descontaminación que permite sentir el subsuelo a través de nuestra piel.

¿Podemos fusionar nuestros cuerpos con el territorio? ¿Iremos de vacaciones a playas tóxicas?